jueves, 29 de noviembre de 2012

Los cuentos

Más que cuentos son historias, historias que recuerdan la vida de sus protagonistas.

Abdón I (Abdón Primaro, "el avaro"), avariento hasta que alguien...
Alguien roba los caudales reales. A partir de ahí, mientras trata de defender su fortuna,
va cambiando de actitud hasta situarse del lado de los súbditos, de su gente.

La hija de Abdón I. Princesa imaginativa, soñadora, juguetona.
Capaz de crear el mar con un simple trozo de hilo.
Capaz de navegar en mil océanos con un simple trozo de hilo roto y vuelto a romper.

Mario II, el vagabundo. El protagonista de esta historia, el dueño del armario.
Mi amigo. Cansado de gobernar, abdicó y empleó su tiempo en viajar.
Nosotros nos conocimos aquí, en esta ciudad, y él me contó...
Me contó cómo un ladrón robó el dinero ahorrado
para comprar una escultura que alegrara la Plaza de la capital.
Me contó cómo fue delatado por un ciudadano que lo vio todo.
Me contó cómo, en venganza, decidió acabar con la vida de aquel hombre y...

El espíritu de un amigo. Aún lloro cuando me acuerdo de Mario,
cuando pienso que se ha marchado.
Y mis lágrimas sirven para regar un trocito de papel, un pedacito de papel que crea vida...
La vida que se mueve, en forma de muñeco,
para viajar por mi brazo, para quedarse a vivir, definitivamente, en mi corazón.

Algunos cuentos son antiguos, de esos que se han dejado curtir por el tiempo. Otros, más recientes, humean aún recién sacados del horno.

Algunos cuentos nacieron a la par que la magia que los acompaña. Otros, sin embargo, fueron escritos precisamente para ilustrar esa magia.

Algunos cuentos tardaron meses  en sentirse redondos. Otros se convirtieron en definitivos cuando todavía eran casi bocetos.

Me precio de ser el padre de todas las historias y me alegro de que decidieran salir a mi encuentro para meterse en mi cabeza y dictarme las frases que dieron pie a que naciera este espectáculo.
Y no sigo hablando que, como padre, me siento en exceso enorgullecido de mi prole y me puedo dejar arrastrar por sentimientos hasta el punto de perder la humildad y caer en brazos del engreimiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario